miércoles, 4 de julio de 2012

Regreso a clases

Armando Fuentes “Catón”

Los maestros y las maestras son seres afortunados: al educar ponen su mano en el futuro. Pero su mayor fortuna —la viví yo durante los 40 años que enseñé— es que cada año vuelven a nacer. En efecto, el regreso a clases es un renacimiento, sobre todo cuando llega uno a la edad media. Es un volver a empezar que nos rejuvenece una y otra vez. Si me piden que diga yo los nombres de tres libros que me marcaron para siempre responderé citando tres de autores italianos.


El primero es “Pinocho”, claro, la inmortal obra de Collodi que luego Disney puso en los ojos y las mentes de los niños de todo el mundo. El segundo es “El Tigre de la Malasia”, con las desaforadas aventuras de piratas que narró Salgari.


Y el tercer libro, entrañable y amadísimo, es “Corazón, diario de un niño”, de Amicis.


¡Qué hermoso libro es ése!


Narra las impresiones que un pequeño escolar fue escribiendo a lo largo del año. Empieza precisamente con la descripción del primer día de clases, después del regreso de las vacaciones. Y describe la emoción de ese regreso. Desde luego cada día es un regreso a clases, pues cada día aprendemos algo nuevo.


Pepito fue a su primer día de escuela. Le preguntó su papá: -¿Qué aprendiste hoy en la escuela? Respondió el niño: -Supongo que no mucho, porque mañana tengo que regresar. Todo regreso entraña una alegría. Lo mejor de los viajes, dijo alguien, es el regreso.


Y lo mejor de la escuela es el regreso después de vacaciones. Volvemos a encontrar a nuestros compañeros; se nos presentan nuevos retos y nuevos desafíos. Ir a la escuela es como ir al mundo.


El hijo de Babalucas le pidió 
a su papá que le comprara 
una enciclopedia. -¡Ah no! —respondió él con enojo—. Tendrás que ir a la escuela a pie, como fui yo.


Ahora que son los días del regreso a clases disfrutemos esta época del año como se goza una aventura. En este caso la aventura es comenzar un nuevo ciclo de vida con nuestros hijos, nuestros nietos o nuestros alumnos, con todos aquellos que gozan la dicha de aprender o la felicidad —igualmente grande— de enseñar. El regreso a clases es promesa y esperanza; es jubilosa renovación; es volver a caminar después 
de un tiempo de descanso.


¿Qué debemos tener para 
el regreso a clase? Debemos tener la ilusión de empezar otra vez; de volver a comenzar la obra que llevaremos adelante. Debemos tener también todo lo que se necesita para ese regreso: los útiles escolares; la nueva ropa que vestiremos; todo aquello que hará que ese regreso sea placentero.


Sobre todo, hemos de hacer ese regreso con alegría, con la alegría del encuentro con los demás y con nosotros mismos. El regreso a clase es algo que tiene mucha clase. Hagamos de ese regreso una ocasión de gozo.



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